EN
EL PATIO DEL INSTI DE EZKABA.
Por
Simeón Hidalgo Valencia (23 de febrero de 2018)
Como todos los días
salgo a pasear con Apur de par de mañana, que para mí son casi las diez. Apur
es mi perro.
Como
todos los días, o casi todos, paso por delante del Instituto de Ezkaba y no
puedo sino recordar mis años de profe e instintivamente miro hacia el solitario
patio de recreo, la mayoría de las veces. Pistas de baloncesto y de balonmano y
una cancha cubierta para momentos de lluvia.
La mayoría de los días,
silencio y soledad.
Hoy también he dado la vuelta, pero
al pasar por delante del Insti, me ha llamado la atención a lo lejos, un grupo
de alumnos alrededor de una colorida portería de balonmano. Otra, en la cancha
cubierta, lucía cintas de las que se ponen para protección de lugares o
delimitar espacios. Me he detenido a observar su movimiento y escuchar su rumor
movidas por el viento. No podía faltar grabarlo en vídeo y sacar alguna
fotografía, pues estas cosas, para mí, de expresión creativa, me llaman la
atención y me gustan pues, sea la que sea su causa y su objetivo, ponen cierta
vida en un espacio la mayoría de los días monótono y silencioso.
Hablo con la profesora y me comenta que los mismos alumnos
han expuesto su impresión sobre la zona de recreo y a raiz de aquí han querido
dar un poco de vida a un elemento arquitectónico plano y gris con este
experimento planteado por algunos arquitectos y llevado a cabo por el alumnado,
pues también el tiempo de descanso, del recreo decíamos, puede motivar la
creatividad… creo entender… y ahí está una portería de balonmano convertida por
momentos en una obra de arte sonora y en movimiento.
…y en el centro del patio esta otra obra que estaban
montando los alumnos cuando yo daba mi paseo matutino con Apur, mi fiel amigo y
compañero.